martes, 25 de septiembre de 2012

NOTA PARA EL HERALDO PERIÓDICO LATINOAMERICANO

En la sala con luz tenue, las siete figuras vestidas de negro apenas se distinguen. La mayor de ellas da un paso adelante y silencia los susurros golpeando el bastón contra el escenario. Con tono de voz firme advierte al resto: "En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas".En ese ambiente opresivo que corta el aire se desarrolla el clásico teatral "La Casa de Bernarda Alba", de Federico García Lorca, con la particularidad de que las mujeres enclaustradas en un luto eterno son interpretadas por travestis y transexuales de la primera compañía artística de esa comunidad reconocida legalmente en Argentina, un país que en los últimos años se ha puesto a la vanguardia en la ampliación de derechos civiles para las minorías sexuales.La elección de "La Casa de Bernarda Alba", la última obra de teatro escrita por García Lorca antes de su ejecución por homosexual y por sus ideas políticas, no fue antojadiza para el debut de la compañía."Nos sentimos identificadas con toda esa opresión. Hemos padecido los prejuicios por querer vivir la vida que uno desea, manteniendo una apariencia que no es hasta que rompés las cadenas y decís: 'Soy lo que quiero ser''', dijo a AP Geraldine Carrizo, de 45 años, quien personifica a la criada Poncia, poco antes de salir a escena en un pequeño teatro de Buenos Aires.Cansadas de ser estigmatizadas en el papel de prostitutas en los castings de teatro y televisión, Carrizo y sus compañeras conformaron la cooperativa "Ar/TV Trans" para compartir sus vivencias desde un escenario y vivir de ello.Bernarda es una madre autoritaria de cinco mujeres y tras la muerte de su segundo marido se desvela por ocultar las miserias de su familia. Entre estas mujeres afloran odios, rencores y envidias a partir del compromiso de la hija mayor con un hombre del pueblo."Me vine a la Argentina para no afectar a mis padres, para no someterlos al qué dirán", relató la chilena Diana Henríquez, de 32 años, mientras cubría con polvo facial los rasgos masculinos que aún subsisten en su rostro pese a los tratamientos hormonales y las operaciones.Alta, delgada y de cabello rubio, la intérprete de Angustias, la mayor de las hijas de Bernarda, afirmó que el destierro "me costó ofensas, humillaciones, me costó encontrar trabajo...Todo es un desafío para nosotras: salir a la calle, comportarse, aguantar los insultos, empezar a hacer un cambio en el pensamiento de los demás".El rictus serio en el rostro de Alessandra Babino que le impone el papel de Bernarda se afloja al recordar que "caí mucho presa por pintarme o tomar sol en malla en una plaza. Cuando la policía me agarraba y veía que mi aspecto no coincidía con mi documento, me llevaban detenida. Para mí, Bernarda era ese mundo hostil y yo una de sus hijas".Pero muchos padecimientos son parte del pasado gracias a que en los últimos años Argentina protagonizó una apertura inédita a favor de las comunidades de gays, lesbianas, transexuales y travestis. En 2010 se convirtió en el primer país de la región en reconocer el matrimonio igualitario en todo su territorio.Y este año su Congreso aprobó una inédita Ley de Identidad de Género que permitió la rectificación en la partida de nacimiento y en el documento de identidad del sexo, nombre de pila e imagen si éstos no coinciden con la identidad de género percibida por la persona. Para ello no es necesaria la autorización de un juez ni acreditar intervención quirúrgica, tratamiento hormonal o psicológico.Por esta misma legislación, los tratamientos quirúrgicos y hormonales de cambio de sexo quedaron incluidos en el plan médico obligatorio de los sistemas de salud público y privado, sin el requisito de una autorización judicial previa.En estos días, además, se discute una reforma del Código Civil para que parejas del mismo sexo puedan adoptar niños."Esta apertura cultural va de la mano de lo que pasa en el país. Si estuviéramos en los años '90 no nos darían este espacio", reflexionó Daniela Ruiz, fundadora de Ar/TV Trans y directora de "La Casa de Bernarda Alba".Actriz profesional, Ruiz vio frustrarse en las pruebas de teatro y televisión el sueño de interpretar a una mujer embarazada, ya que sólo le ofrecían papeles de prostituta. Entonces se le ocurrió fundar su propia compañía teatral."Nos propusimos hacer una obra de mujeres, de un autor que fue asesinado por gay. Lorca estaría feliz con nosotras", apuntó la mujer, quien vive de su trabajo en una florería."Queremos romper con el rol de la prostituta", agregó Ruiz, quien dijo que en el pasado ejerció esa profesión. "Cuando termina la función, la compañera se lleva algo de dinero que puede servirle el día de mañana para comprarse lo que necesita sin necesidad de salir a la calle a trabajar. Esto nos sirve para reinsertarnos en la sociedad. Al final de la obra nos ponemos contentas porque estamos haciendo algo y no vendiendo el cuerpo".Al obtener recientemente la personería jurídica, la cooperativa recibirá subsidios del Estado. Pero todavía las ganancias por el teatro no bastan para sobrevivir. La prostitución es aún la principal fuente de ingresos para algunas de las artistas.En